MUERTO DE AMOR.
-¿Está usted enfermo?
- Mi enfermedad no se encuentra consignada en los tratados de medicina, pero tiene un nombre bastante conocido:
se llama amor.
Amé a muchas mujeres y fui correspondido por ellas, pero no son esos amores los que me han llevado al umbral
de la muerte.
Estoy consumido y muerto por mi sensibilidad jamás adormecida, por mi obstinado entusiasmo,
todo, sin
exceptuar ninguna cosa, todo cuanto veo me fuerza a amarla.
Siento fuertemente, y por eso amo fuerte y perdidamente. Tengo también la malhadada pasión de hacer sentir
a los demás lo que yo siento
Usted no imagina qué dilapidación de fuerzas, qué gasto de nervios y de sangre me cuesta ese perpetuo amor.
Desde hace muchos años casi no puedo dormir, y frecuentemente me olvido de comer. Para el que ama desesperadamente al amor,
toda hora de sueño es una hora de ausencia y de pecado, de vergüenza, de martirio
esa llama interna me ha consumido, me derrite, me destruye, me mata. Siento que no puedo resistir más, que
estoy ya en vísperas del fin.
Quizá no volveremos a vernos. Acuérdese de mí. El amor ha saturado y colmado mi vida, el amor me mata, ¡adiós!».